Por Lorena Saldías
Asistente Social y Presidenta del Partido Radical en Los Ríos
¿Se han dado cuenta que la mayoría de las personas que encabezan las organizaciones sociales que mejor han respondido frente a la Pandemia son lideradas por Mujeres? Lo anterior no es casual, pues las mujeres se organizan más y mejor en torno a las carencias y situaciones límites, como también, administran y resuelven mejor frente a recursos escasos. Al presentarse situaciones que devienen en problemáticas o necesidades sociales, el impulso solidario de las mujeres se acrecienta y se extiende por el bienestar de los suyos y de su comunidad.
Lo paradójico o contradictorio de este liderazgo social, es que este factor no se replica en lo que se refiere a la participación política; dicho de otra forma, las mujeres estamos en los temas que afectan a la sociedad, pero no estamos bien representadas en donde se toman las decisiones para cambiar nuestra sociedad. En conclusión, se hace imperiosa la necesidad de estar representadas en política. Y me refiero a la política no en la militancia a un determinado partido, sino, a la “política” que reviste de poder en la toma de decisiones que pueden transformar Chile. Si bien se observan avances, tal como lo indica el informe del Servel “Participación de mujeres en política”, cuando las senadoras electas aumentaron al 26,1% y las diputadas al 22,6%, principalmente por la introducción de criterios de paridad de género en las listas de aspirantes al Congreso, aún falta más y mejor representación de las mujeres.
Hoy en plena crisis social y sanitaria, la tasa de desocupación en nuestra región de Los Ríos, considerando el trimestre móvil de diciembre 2020 a febrero 2021, experimentó un aumento de un 10.4%, cifra que es mayor en un 4,8% porcentual respecto al año anterior (INE). Frente a estas situaciones son las mujeres quienes nuevamente responden a la crisis, mujeres que, teniendo las mismas carencias, decidieron no esperar, sino que resolvieron sostener a sus comunidades a través de ollas comunes.
Olla común, olla popular, comedor solidario o comedor popular, se define como una organización de subsistencia, ya que no hay trabajo ni menos ingreso. Dado lo anterior, cuando no hay que comer se torna una situación compleja que solo puede ser abordada con organización. Una estructura que tiene objetivos, establece roles, planifica, es territorial, pertenece a un lugar, tiene identidad y es convocante de vecinas y vecinos de la población o el barrio.
Ollas de sororidad y solidaridad, que se hacen presentes para enfrentar el hambre. “Olla común de contención”, “Olla de empoderamiento colectivo”, Olla que nutre el tejido comunitario histórico que reaparece tal cual pasara en los años 70 y 80. Las ollas comunes resignifican espacios de resistencia, de territorio, cumplen una función social, que si bien está asociado a necesidades primarias no cubiertas como “el hambre”, son capaces de trascender en nuestras comunidades dado el significativo espacio que desarrollan principalmente por su impacto solidario.
Ollas comunes como punto de partida y ejemplo para entender que faltan fuentes de financiamiento estatales para superar la crisis, ollas comunes que nos invitan a ver y a apreciar la fuerza y potencia de lo comunitario, la fuerza de mujeres que han construido este espacio colaborativo, multiplicador y de reciprocidad, que da respuesta efectiva frente a la ausencia de un Gobierno liderado y administrado por personas que de seguro jamás visitarán, menos comerán en una olla común. Por esto y por más siempre es bueno una visión de mujer.